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Capítulo 7: Dos Jerusalén y Dos Templos

Hay dos Jerusalén en la Escritura, así como dos templos. El primero es terrenal y físico, mientras el segundo es celestial y espiritual. Ambas ciudades tienen el mismo nombre "Jerusalén". Ambos templos usan el término "Templo". Es para nosotros saber cuál está en discusión en cualquier parte de la Escritura. 

La Historia de la Presencia de Dios

En los días de Moisés, la presencia de Dios bajó como fuego sobre el monte. Cuando el tabernáculo fue completado un año después, Su presencia habitaba esa "tienda de reunión" a lo largo de su jornada en el desierto. Después de que Josué llevó a Israel a la Tierra Prometida, el tabernáculo estaba ubicado en Silo, un pueblo de Efraín, la tribu principal. Leemos en Josué18.1,

1  Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo,  y erigieron allí el tabernáculo de reunión,  después que la tierra les fue sometida.

Unos siglos después el sacerdocio de Elí a Silo llegó a ser adulterado, y por eso Dios desamparó ese lugar. El niño que nació en aquel día fue nombrado Icabod, "traspasada es la gloria”, para marcar este evento (1 Samuel 4.21). Dios movió Su presencia entonces a Jerusalén por el tiempo de David y Salomón. Salmo 78 dice, 

59  Lo oyó Dios y se enojó, Y en gran manera aborreció a Israel. 60  Dejó,  por tanto,  el tabernáculo de Silo…, 67  Desechó la tienda de José, Y no escogió la tribu de Efraín, 68  Sino que escogió la tribu de Judá, el monte de Sion,  al cual amó. 69  Edificó su santuario a manera de eminencia…,

Pero después de unos más siglos habían pasado, la corrupción en Jerusalén era tan mala como había sido en Silo. Así que Dios desamparó el viejo templo así como El le había dejado previamente a Silo, como leemos en Jeremías 7.11-14,

11  ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre…? 12  Andad ahora a mi lugar en Silo,  donde hice morar mi nombre al principio,  y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel. 13  Ahora,  pues,  por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras…, 14  haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre,  en la que vosotros confiáis,  y a este lugar [Jerusalén] que di a vosotros y a vuestros padres,  como hice a Silo. 15  Os echaré de mi presencia,  como eché a todos vuestros hermanos,  a toda la generación de Efraín.

Mientras Jeremías profetizaba de la presencia de Dios dejando Jerusalén, le quedó para el profeta Ezequiel ver la visión de Su salida. El vio primero a los querubines levantarse del lugar santísimo (Ezequiel 10.15). Unos versículos después leemos, 

18 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del umbral de la casa,  y se puso sobre los querubines.

Finalmente, en Ezequiel 11.22 y 23 leemos,

22 Después alzaron los querubines sus alas,  y las ruedas en pos de ellos;  y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos. 23 Y la gloria de Jehová se elevó de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que está al oriente de la ciudad.

Ezequiel vio la gloria partir de Jerusalén, pero él sólo le vio ir donde la cumbre del monte de Olivos en el lado oriental. La cumbre del monte era 2,000 codos más allá de las paredes de la ciudad, y esto fue definido por los rabinos como estar "fuera del campamento" y "camino de un día de reposo".

Así, esto era donde ellos guardaron las cenizas de la vaca alazana que fue usada para limpiar a la gente cuando ellos vinieron al templo (Números 19:3). También era el lugar donde David sacrificó a Dios (2 Samuel 15:30) al profetizar del sacrificio mayor que Jesús haría en ese mismo lugar muchos años después. Cuarenta días después, Jesús ascendió de ese mismo sitio, y Hechos 1:12 lo llama "un camino de un día de reposo".

No hay ninguna indicación que la gloria de Dios volvió cuando el segundo templo fue construido por los días de Zorobabel. De hecho, ya que el arca del testimonio había desaparecido por mucho tiempo, ese templo segundo tenía un lugar santísimo que estaba vacío. Josefo nos dice que una tabla de la piedra fue puesta en su lugar. Pero la gloria de Dios no volvió a ese lugar, porque El lo había desamparado "como Silo". 

Después de cinco siglos, Jesús nació en Belén. En El la gloria de Dios estaba, como Pablo dice en Colosenses 2.9,

9  Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,

Hacia el final de Su ministerio, Jesús fue al templo en Jerusalén y echó fuera a los cambistas. Mateo 21.13 dice,

13  y les dijo: Escrito está: Mi casa,  casa de oración será llamada;  mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

Jesús citó Jeremías 7.11 que era la acusación del profeta en el templo en su propio día que provocó la salida de la gloria de Dios. Así cuando Jesús repitió esta palabra, El estaba confirmando que la gloria de Dios no volvería a ese lugar. De hecho, el rechazo sacerdotal de Jesús representó su rechazo de la gloria del propio Dios. La única manera que la gloria podría haber tenido oportunidad de volver a ese lugar (si posible) hubiera sido la aceptación a Jesucristo como el Rey-Mesías. Pero esto no pasó.

Después de que Jesús terminó Su trabajo en la cruz, El ascendió al cielo del mismo lugar donde la gloria de Dios fue visto por la última vez por Ezequiel. Jesús llevó a Sus discípulos al lugar de ascensión después de aquel tiempo leemos en Hechos 1.12,

12  Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar,  el cual está cerca de Jerusalén,  camino de un día de reposo.

Esto concluyó el paso final de la salida de la glo ria de Dios de Jerusalén. Diez días después la gloria volvió, pero no a la propia Jerusalén, ni a su templo físico. La gloria empezó a habitar a los creyentes en Cristo, como leemos en Hechos 2.3,

3  y se les aparecieron lenguas repartidas,  como de fuego,  asentándose sobre cada uno de ellos.

Desde ese punto en adelante, la gloria de Dios empezó a reposar en la gente de la Nueva Jerusalén, aquéllos que eran las piedras vivientes en el último templo que Dios había preparado para El mismo.

Las Dos Jerusalén

No sólo salió la gloria del templo, sino El también desamparó la propia Jerusalén. ¿Por qué, entonces, la Escritura también profetiza de la restauración de Jerusalén? Jerusalén en la Escritura siempre es escrita en el plural. EsYerushaláim, "Jerusalénes". Mientras los rabinos antiguos discutieron este hecho, ellos nunca entendieron que había dos Jerusalén. Había la ciudad vieja, y había la Nueva Jerusalén, revelada en el NT por hombres que entendieron la diferencia.

Pablo habló de esto en Gálatas 4.24-31, mientras diciéndonos que la Jerusalén terrenal era "Agar" e incapaz de producir las promesas de Dios. La Jerusalén que es de arriba, sin embargo, es Sara, y es "nuestra madre", la madre de creyentes en Cristo.

La ciudad terrenal conocida como Jerusalén no más podía dar a luz la semilla prometida que Agar. Jerusalén trae sólo esclavitud, no libertad en Cristo. El fin de Jerusalén se encuentra en Gálatas 4.30,

30  Mas  ¿qué dice la Escritura?  Echa fuera a la esclava y a su hijo,  porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.

El mensaje claro de Gálatas es el hecho que la ciudad vieja de Jerusalén nunca puede llevar la promesa de Dios. Agar nunca puede dar a luz a Isaac. Agar es sólo la madre de Ismael que no es el heredero de las promesas, aunque él es hijo de Abram. 

A lo largo del AT encontramos las profecías innumerables sobre "Jerusalén", oYerushaláim.  A veces las profecías son positivas y otras veces son negativas.  Para un ejemplo negativo, leemos en Jeremías 19, 

1  Así dijo Jehová: Ve y compra una vasija de barro del alfarero,  y lleva contigo de los ancianos del pueblo,  y de los ancianos de los sacerdotes; 2  y saldrás al valle del hijo de Hinom [gehena], que está a la entrada de la puerta oriental,  y proclamarás allí las palabras que yo te hablaré.

El profeta entonces fue mandado a pronunciar el juicio sobre la ciudad y sus habitantes.

10  Entonces quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo, 11  y les dirás: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad,  como quien quiebra una vasija de barro,  que no se puede restaurar más;  y en Tofet [“quemando”] se enterrarán,  porque no habrá otro lugar para enterrar. 12  Así haré a este lugar,  dice Jehová,  y a sus moradores,  poniendo esta ciudad [Jerusalén] como Tofet.

Cuando comparamos esta profecía de Jerusalén con la profecía más temprana dada a la casa de Israel en Jeremías 18.1-10, la comparación es aún más sorprendente. La casa norteña de Israel ya había llevado cautiva a Asiria un siglo más temprano, y todavía Jeremías profetiza que ellos estarían como una vasija de barro mojado que se reharía en otra vasija.

Pero Jerusalén estaba como una vasija que ya se había endurecido. Una vez fuera quebrada, no podría repararse y sólo podría tirarse en el vertedero de la ciudad—el valle del hijo de Hinom. El nombre griego es gehena, mencionado en el NT. El punto del contraste es mostrar que mientras Israel fue dado las promesas buenas de restauración, incluso después de su historia larga de idolatría, Judá no fue dado una promesa similar. De hecho no hay una palabra de esperanza, en el pasaje entero (Jeremías 18 y 19).

Jerusalén, claro, fue destruida por Nabucodonosor en los días de la profecía de Jeremías. Sin embargo, fue reconstruida después por Nehemías. Se destruyó de nuevo en 70 d.C. por los romanos, pero fue reconstruida después. Se destruyó durante la edad media durante las cruzadas, pero siempre fue reconstruida. Así hoy la ciudad se mantiene  como una ciudad reconstruida muchas veces durante los siglos.

Jeremías, sin embargo, profetiza de una destrucción en que nunca puede repararse ni reconstruirse de nuevo (19.11). Todavía esa profecía tiene que ser cumplida, y por eso sólo puede sucede en el futuro (a partir de esta escritura). Pero esto sólo habla de la ciudad física vieja. No habla de la Nueva Jerusalén de Apocalipsis 21.2, o la "Jerusalén celestial" de Hebreos 12.22. 

Isaías 62 también habla de "Jerusalén" en términos resplandecientes que parecen contradecir las profecías de Jeremías.

1  Por amor de Sion no callaré,  y por amor de Jerusalén no descansaré,  hasta que salga como resplandor su justicia,  y su salvación se encienda como una antorcha. 2  Entonces verán las gentes tu justicia,  y todos los reyes tu gloria;  y te será puesto un nombre nuevo,  que la boca de Jehová nombrará.

Isaías sigue para describir esta "Jerusalén" en los términos celestiales. Juan interpreta esto para nosotros en el libro de Apocalipsis, mostrando que Isaías estaba hablando de la Nueva Jerusalén. Isaías 62.5 llama la ciudad una "novia", y Juan hace el mismo en Apocalipsis 21.2. Isaías 60.18 dice que los "muros" de Jerusalén son la salvación, y sus "puertas" son alabanza. Estos describen la Nueva Jerusalén, no la vieja. 

Isaías 60.19, 20 dice que "Jerusalén" no tendrá la necesidad de sol ni luna para luz, porque el propio Dios será su luz. Juan dice el mismo de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21.23,

23  La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella;  porque la gloria de Dios la ilumina,  y el Cordero es su lumbrera.

Igualmente, Isaías habla de los habitantes de Jerusalén como ser completamente justos-en contraste a la profecía de Jeremías. Leemos en Isaías 60.21, "Y tu pueblo,  todos ellos serán justos" Y después, Juan dice en Apocalipsis 21.27,

27  No entrará en ella ninguna cosa inmunda,  o que hace abominación y mentira,  sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Una comparación simple de Isaías y Apocalipsis clarifica que ningún profeta estaba hablando sobre la Jerusalén vieja, sino la Nueva. Judaísmo, claro, rechaza el NT, y por eso no creen la explicación de Juan, ni todavía el libro de Hebreos que habla de la Jerusalén celestial. 

Pero nosotros que somos cristianos, clamando creer que el NT es parte de la palabra inspirada de Dios, debemos no tener ningún problema aceptando el hecho que Dios ha bendecido la Jerusalén celestial, en lugar de la ciudad física en la tierra. 

La clave, claro, es entender que Yerushaláim es una palabra plural, que indica más de una ciudad. Aunque los profetas del AT nunca mencionan la Jerusalén celestial, ellos profetizaron no obstante de ella por el uso del nombre plural. Y por eso, cuando leemos el AT, debemos buscar saber de cuál Jerusalén hablan los profetas. Como una regla general, cuando los profetas hablan de Jerusalén en términos positivos, ellos profetizan de la Nueva Jerusalén. Cuando ellos hablan negativamente de Jerusalén, habla de la Jerusalén  Vieja [actual]. 

Los Dos Templos 

El templo de Salomón fue el primero en ser glorificado. Esto profetizó del Templo mayor que era de venir. Este Templo mayor no es un templo físico, sino es el que Pablo describió en Efesios 2.20-22, 

20  edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,  siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21  en quien todo el edificio,  bien coordinado,  va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22  en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

Pablo hablaba del Templo corporal edificado por el cuerpo entero de Cristo. Pedro dice de este Templo, que somos cada uno "piedras vivientes" (1 Pedro 2.5) usadas para edificarlo. Hay otro sentido en que nosotros, como los individuos, también somos un Templo completo en nosotros, porque Pablo dice en 1 Corintios 3.16,

16  ¿No sabéis que sois templo de Dios,  y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

En este sentido individual, podemos hacer la comparación de las tres partes del Templo con las tres partes de nuestro ser. El Templo consistió en un atrio exterior, el lugar santo y el lugar santísimo. Nuestros "templos" personales contienen cuerpo, alma y espíritu.

El punto es mostrar que en el AT Dios habitó en los edificios hechos de madera y piedra, pero que nunca se pensaba que éstos fueron el último lugar de la morada de Dios. Incluso Salomón reconoció esto cuando él dijo en 1 Reyes 8.27,

27  Pero  ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra?  He aquí que los cielos,  los cielos de los cielos,  no te pueden contener;  ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?

Salomón reconoció la imposibilidad de construir una casa terrenal que podría alojar la gloria de Dios. Y por eso él echó una indirecta de un Templo mayor que todavía estaba por venir, uno hizo de piedras vivientes y llamamientos y ministerios del Espíritu Santo (los "vasijas" y "columnas").

En este nuevo Templo también sería un nuevo orden de sacerdotes, no de Leví sino de Melquisedec. Los sacerdotes de Leví eran un orden temporal de sacerdotes, llamado para atender durante el tiempo del antiguo pacto. Uno tuvo que ser descendiente de Aarón para atender en ese templo. Pero en el orden del nuevo pacto, los sacerdotes de Melquisedec no tuvieron que ser descendientes de Aarón, sino de Jesucristo—no de una manera natural sino como los hijos espirituales de Dios. 

El sacerdocio de Melquisedec era más viejo que el de Leví. El rey original de Salem (Jerusalén) no era de Leví, porque él vino mucho tiempo antes de que Leví fuera nacido. Años después, David era sacerdote del orden de Melquisedec, aunque él no era  Levita. Salmo 110.4,

4  Juró Jehová,  y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.

David era de la tribu de Judá, y por eso él no era elegible ser un sacerdote levita. En cambio, como el Melquisedec original, él gobernó Jerusalén, la "ciudad de Salem". Pero en el sentido mayor, todo esto profetizó de la Nueva Jerusalén que se gobernaría por el Hijo mayor de David, el Rey Jesús. 

Jesucristo era de la tribu de Judá, y por eso no era legal para El ser sumo sacerdote del orden de Leví. El vino como el Sumo Sacerdote de Melquisedec. Hebreos 7.11-14 dice,    

11  Si,  pues,  la perfección fuera por el sacerdocio levítico  (porque bajo él recibió el pueblo la ley),  ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote,  según el orden de Melquisedec,  y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 12  Porque cambiado el sacerdocio,  necesario es que haya también cambio de ley; 13  y aquel de quien se dice esto,  es de otra tribu,  de la cual nadie sirvió al altar. 14  Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá,  de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.

Jesucristo es el Sumo Sacerdote de un completamente nuevo orden de sacerdotes cuyo sacrificio es solo el Cordero de Dios. Ni el Sumo Sacerdote ni sus niños, los hijos de Dios, son elegibles por la ley ofrecer los sacrificios de animales, ni estos valen después de la Cruz. 

Jesús no va a volver a la Jerusalén vieja [actual] para ser el sumo sacerdote sobre los sacerdotes levíticos que hacen los sacrificios de animales en un templo físico. El Nuevo Pacto no es u n interludio temporal después del cual tiempo las estipulaciones del antiguo pacto se reintegrarán. El antiguo pacto era defectuoso y se ha puesto obsoleto. El "mejor" pacto y sus provisiones están aquí para quedarse. Aquéllos que promueven la manera vieja no conocen la mente de Cristo. Hebreos 8.13 dice,

13  Al decir: Nuevo pacto,  ha dado por viejo al primero;  y lo que se da por viejo y se envejece,  está próximo a desaparecer.

El nuevo pacto por otro modo jamás se envejecerá, ni tampoco será obsoleto.

Dos Tipos de Sacrificios

La enseñanza moderna en dispensacionalismo que el sacrificio animal será reinstituido de nuevo es basada en declaraciones proféticas en el AT como Ezequiel 44 que profetiza en los términos del AT pero que debe ser interpretado en la luz del NT. El Templo que Dios está construyendo ahora es de la Nueva Jerusalén, como descrito en Efesios 2:20-22. 

Este es el Templo del cual Jesucristo gobernará en la edad de los Tabernáculos que está por venir. El no piensa gobernar la tierra desde un templo a la antigua en Jerusalén vieja, ni El llamará a sacerdotes de Aarón para atender los sacrificios animales en un altar en el monte del Templo. 

Aquéllos que enseñan tales cosas no han entendido el libro de Hebreos y el llamamiento para salir de ese sistema viejo. 

Judaizando la Iglesia

El mal entendimiento dispensacionalista de Escritura ha dado lugar al sionismo cristiano para reestablecer el problema de judaizar la Iglesia que Pablo enfrentaba en el primer siglo. Antes de la destrucción del templo en el primer siglo, la Iglesia temprana continuó sacrificando en el templo y sometiendo a todos las estipulaciones del antiguo pacto que realmente habían cambiado a la Cruz. De hecho, el libro de Hebreos era anónimamente escrito por el apóstol Pablo y dirigido específicamente a ellos para romper su dependencia en el antiguo pacto, sus estipulaciones y sus rituales. 

Dispensacionalismo moderno nos ha traído una vez más al mismo problema que Pablo enfrentó en el primer siglo. El esfuerzo de hacer retroceder la Iglesia al antiguo pacto que autorizaría los Levitas para re-instituir los sacrificios animales en un templo físico en Jerusalén. Como la Iglesia de Jerusalén, los cristianos están intentando agregar a Jesús el antiguo pacto y su sistema sacerdotal viejo [levita].

Tal vista puede admitir que Jesús es el Mediador del nuevo pacto en Su primera venida, pero sugiere fuertemente también que Jesús vuelve como Mediador del antiguo pacto en Su segunda venida. Hay apenas una doctrina que es más perjudicial a las fundaciones del cristianismo que esto. Derroca virtualmente todo lo que Jesús logró en la Cruz. Invierte virtualmente cada cambio mayor que ocurrió bajo el nuevo pacto que se describe en el libro de Hebreos. 

Si esta enseñanza fuera permitida tener vigencia, eventualmente el libro de Hebreos sería quitado del NT. 

Así que tenemos que escoger cuál Jerusalén es nuestra “madre”. Si  escogemos a "Agar", nos volveremos sus hijos y quedarse corto de las promesas de Dios. Sólo por escoger a "Sara", la Nueva Jerusalén, podemos ser herederos y coherederos con Cristo.